Coaccion y dinero en la Manifestación en apoyo a Álvaro Cólom




A unos los engañaron, a otros los obligaron o les pagaron, pero gobernadores, alcaldes y líderes comunitarios afines al partido Unidad Nacional de la Esperanza (UNE) lograron movilizar a miles de personas para participar en la concentración de apoyo al presidente Álvaro Colom y su esposa, Sandra Torres.

Caravanas de buses extraurbanos, microbuses y camiones llenos de pasajeros llegaron a la avenida Simeón Cañas, zona 2 de la capital, a primeras horas de ayer.

Según denuncias, la mayoría de autobuses fueron pagados en efectivo por los gobernadores y alcaldes.

“Vine porque me pagaron y dieron comida”; “Nos ofrecieron comida y pasaje gratis para venir a la capital”; “Nos amenazaron con que si no viajábamos nos quitarían las remesas que nos dan”; y “Trabajo en una oficina del Estado, y me insinuaron que si no viajaba, perdería mi plaza”, fueron algunas de las frases de varias personas consultadas.

Los manifestantes movilizados provenían de caseríos, aldeas y cabeceras departamentales. A las 14 horas, cuando concluyó la concentración, salieron tan rápido como pudieron.

Extenuados por los largos trayectos, algunos descendían de las unidades, para recostarse en las partes con grama; otros se dirigieron a los insuficientes baños portátiles contratados a la empresa Mapreco.

Sin embargo, en cuanto les avisaron que pasaran a recibir su ración de comida, nada los detuvo.

Un camión proveniente de Petén, contratado por el gobernador Rudel Álvarez, repartió cuatro mil 500 raciones consistentes en huevos revueltos, frijol y pan. La taza de café fue sustituida por jugo de naranja, en vasos plásticos.

A los empleados del Instituto Técnico de Capacitación (Intecap), el nuevo gerente, Jorge Jiménez, les ordenó llevar comida y les prometió pagarles Q50. “Dijo que si no lo hacíamos, los contratos podían rescindirse”, denunció un asistente.

La alegría de los manifestantes del barrio El Chupón, El Estor, Izabal, se disipó cuando vieron que no había comida para ellos.

Esto nos molesta, porque el alcalde —Joel Lorenzo— nos pidió que asistiéramos y nos ofreció comida”, dijo un manifestante. Varios de ellos solo comieron tortillas.

Un maestro que omitió su nombre, y que imparte clases en Lívingston, Izabal, afirmó: “Nos obligaron a venir; prefiero no hablar más”.

Mientras el sol agotaba las energías de los manifestantes, los pilotos quedaron al resguardo de sus unidades.

“De Cubulco —Baja Verapaz— para la capital se cobra Q45 por cada viaje, y en este (bus) traemos 50 personas”, contó un chofer de Transportes Cubulera.

Una mujer originaria del caserío Chicuruj, Cubulco, denunció que la engañaron. “Doña Alicia —líder de la comunidad— no nos dijo a qué veníamos, y cuando me enteré decidí quedarme aquí sentada —en la zona 2—”.

Fuente:Prensa Libre, 18 de mayo de 2.009

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